24 de junio de 2014

Informe oficial de la 10.ª Asamblea del CMI

Ha sido publicado, por el momento sólo en inglés, el informe oficial de la 10.ª Asamblea General del Consejo Mundial de Iglesias (Busan, Corea del Sur, 30 de octubre - 8 de noviembre de 2013), celebrada bajo el lema-oración: “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”.

Se puede leer o descargar siguiendo este enlace.

Del Prólogo del Rev. Dr Olav Fykse Tveit, Secretario General del CMI:

En Busan examinamos las tareas que afronta el Consejo Mundial de Iglesias, nuestras relaciones en el mundo, nuestro potencial y nuestros sueños, y llegamos a hablar cada vez más de «peregrinación de justicia y paz» para describir el camino sobre el que nos está conduciendo el Dios de la vida. (...)
Este volumen es el décimo de una serie de «informes oficiales» de las Asambleas del CMI (...). Pero dentro de cada uno de estos informes hay una serie de presentaciones e informes, elaborados por comités, grupos de diálogo, líderes eclesiales, oradores destacados y otros participantes tanto en la asamblea misma como en las convocatorias pre-asamblea. Además, encontramos una amplia selección de saludos institucionales y mensajes de personas y organizaciones de toda la tierra habitada. (...)
Las muchas voces que nos hablan desde estas páginas son remarcablemente diversas, manifestando las múltiples facetas de la realidad ecuménica. Desde el sermón inicial del Patriarca Karekin II hasta la homilía conclusiva del Padre Michael Lapsley, encontramos una amplia gama de interpretaciones del tema de la asamblea. Autores mayores y jóvenes, hombres y mujeres, desde una multitud de comunidades y pueblos, están representados en la lista de contenidos y como fuentes de las afirmaciones y desafíos expresados...


16 de junio de 2014

El Papa recibe al Primado de la Iglesia Anglicana

GRANDES SANTOS, MAESTROS Y COMUNIDADES ATESTIGUAN NUESTRAS RAÍCES COMUNES

Ciudad del Vaticano, 16 junio 2014 (VIS).- La constatación de que el objetivo de la unidad plena puede parecer lejano pero es siempre la meta del camino ecuménico, y la preocupación común por los males de la humanidad, en particular el tráfico de seres humanos, han sido algunos de los temas claves del encuentro del Santo Padre con Su Gracia Justin Welby, arzobispo de Canterbury, esta mañana en el Vaticano.

''También a nosotros el Señor parece preguntarnos: ¿'De que discutíais durante el camino'? -ha dicho Francisco- Cuando Jesús planteó esa pregunta, sus discípulos se callaron porque se avergonzaban ya que estaban hablando de quien sería el más grande entre ellos. Nosotros también estamos confusos por la distancia que hay entre la llamada del Señor y nuestra pobre respuesta. Ante su mirada misericordiosa no podemos fingir que nuestra división no sea un escándalo, un obstáculo al anuncio del Evangelio de la salvación al mundo. No es raro que nuestra vista se ofusque con el peso que acarrea la historia de nuestras divisiones y nuestra voluntad no siempre está libre de esa ambición humana que, a veces, acompaña nuestro deseo de anunciar el Evangelio según el mandamiento del Señor''.

A pesar de estos claroscuros, ''el Espíritu Santo nos da fuerzas para no desalentarnos y nos invita, a confiar plenamente en su acción potente. Como discípulos que se esfuerzan por seguir al Señor -ha observado el Papa- sabemos que la fe ha llegado a nosotros a través de muchos testigos. Somos deudores de grandes santos, maestros y comunidades que nos han transmitido la fe en el curso de los siglos y que atestiguan nuestras raíces comunes''.

El Obispo de Roma recordó a este propósito que ayer el arzobispo de Canterbury celebró las vísperas en la iglesia romana de San Gregorio en el Celio, desde la cual el Papa Gregorio Magno envió al monje Agustín y a sus compañeros a evangelizar a los pueblos de Inglaterra ''dando origen a una historia de fe y de santidad de la que se habrían beneficiado muchas otras gentes europeas. Un camino glorioso que ha dejado una huella profunda en las instituciones y tradiciones eclesiales que compartimos y que constituyen un sólido fundamento para nuestra fraternidad''.

Sobre bases como esas y con el apoyo de la Comisión internacional anglicano católica y la Comisión internacional anglicano católica para la unidad y la misión, se pueden examinar con espíritu constructivo ''los viejos y nuevos retos del compromiso ecuménico'', ha añadido Francisco para entrar después en un argumento que causa el mismo ''horror'' al arzobispo Welby, la plaga del tráfico de seres humanos y las formas modernas de esclavitud, denunciada varias veces por el prelado anglicano.

''En este vasto campo de acción, que se presenta en toda su urgencia se han puesto en marcha actividades de cooperación muy significativas, sea en ámbito ecuménico que con las autoridades civiles y las organizaciones internacionales'', ha subrayado el Papa, citando en particular la red de acción contra la trata de mujeres creada por numerosos institutos religiosos femeninos. ''Nos comprometemos a perseverar en la lucha a las nuevas formas de esclavitud y confiamos en contribuir a ayudar a las víctimas y a contrastar este trágico comercio. Como discípulos enviados a sanar un mundo herido -ha concluido- doy gracias a Dios que nos ha hecho capaces de hacer un frente común contra esta plaga gravísima, con perseverancia y determinación''.

Fuente: Vatican Information Service / Imagen: Sitio del Arzobispo de Canterbury


Para seguir leyendo
• Discurso del Papa Francisco a Su Gracia Justin Welby,  Arzobispo de Canterbury. [Inglés, Italiano]
• Discurso del Arzobispo Justin Welby al Papa Francisco [Inglés]




8 de junio de 2014

Palabras del Papa Francisco durante la Invocación por la Paz


La celebración inicia en torno al minuto 45


Durante la Invocación por la Paz celebrada hoy, domingo 8 de junio, a mediodía en los Jardines Vaticanos, el Santo Padre se dirigió a los presentes con estas palabras y concluyó con la oración que transcribimos a continuación.

Señores Presidentes

Los saludo con gran alegría, y deseo ofrecerles, a ustedes y a las distinguidas Delegaciones que les acompañan, la misma bienvenida calurosa que me han deparado en mi reciente peregrinación a Tierra Santa.

Gracias desde el fondo de mi corazón por haber aceptado mi invitación a venir aquí para implorar de Dios, juntos, el don de la paz. Espero que este encuentro sea el comienzo de un camino nuevo en busca de lo que une, para superar lo que divide.

Y gracias a Vuestra Santidad, venerado hermano Bartolomé, por estar aquí conmigo para recibir a estos ilustres huéspedes. Su participación es un gran don, un valioso apoyo, y es testimonio de la senda que, como cristianos, estamos siguiendo hacia la plena unidad.

Su presencia, Señores Presidentes, es un gran signo de fraternidad, que hacen como hijos de Abraham, y expresión concreta de confianza en Dios, Señor de la historia, que hoy nos mira como hermanos uno de otro, y desea conducirnos por sus vías.

Este encuentro nuestro para invocar la paz en Tierra Santa, en Medio Oriente y en todo el mundo, está acompañado por la oración de tantas personas, de diferentes culturas, naciones, lenguas y religiones: personas que han rezado por este encuentro y que ahora están unidos a nosotros en la misma invocación. Es un encuentro que responde al deseo ardiente de cuantos anhelan la paz, y sueñan con un mundo donde hombres y mujeres puedan vivir como hermanos y no como adversarios o enemigos.

Señores Presidentes, el mundo es un legado que hemos recibido de nuestros antepasados, pero también un préstamo de nuestros hijos: hijos que están cansados y agotados por los conflictos y con ganas de llegar a los albores de la paz; hijos que nos piden derribar los muros de la enemistad y tomar el camino del diálogo y de la paz, para que triunfen el amor y la amistad.

Muchos, demasiados de estos hijos han caído víctimas inocentes de la guerra y de la violencia, plantas arrancadas en plena floración. Es deber nuestro lograr que su sacrificio no sea en vano. Que su memoria nos infunda el valor de la paz, la fuerza de perseverar en el diálogo a toda costa, la paciencia para tejer día tras día el entramado  cada vez más robusto de una convivencia respetuosa y pacífica, para gloria de Dios y el bien de todos.

Para conseguir la paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones; sí a la sinceridad y no a la doblez. Para todo esto se necesita valor, una gran fuerza de ánimo.

La historia nos enseña que nuestras fuerzas por sí solas no son suficientes. Más de una vez hemos estado cerca de la paz, pero el maligno, por diversos medios, ha conseguido impedirla. Por eso estamos aquí, porque sabemos y creemos que necesitamos la ayuda de Dios. No renunciamos a nuestras responsabilidades, pero invocamos a Dios como un acto de suprema responsabilidad, de cara a nuestras conciencias y de frente a nuestros pueblos. Hemos escuchado una llamada, y debemos responder: la llamada a romper la espiral del odio y la violencia; a doblegarla con una sola palabra: «hermano». Pero para decir esta palabra, todos debemos levantar la mirada al cielo, y reconocernos hijos de un mismo Padre.

A él me dirijo yo, en el Espíritu de Jesucristo, pidiendo la intercesión de la Virgen María, hija de Tierra Santa y Madre nuestra.

Señor, Dios de paz, escucha nuestra súplica.


Hemos intentado muchas veces y durante muchos años resolver nuestros conflictos con nuestras fuerzas, y también con nuestras armas; tantos momentos de hostilidad y de oscuridad; tanta sangre derramada; tantas vidas destrozadas; tantas esperanzas abatidas... Pero nuestros esfuerzos han sido en vano. Ahora, Señor, ayúdanos tú. Danos tú la paz, enséñanos tú la paz, guíanos tú hacia la paz. Abre nuestros ojos y nuestros corazones, y danos la valentía para decir: «¡Nunca más la guerra»; «con la guerra, todo queda destruido». Infúndenos el valor de llevar a cabo gestos concretos para construir la paz. Señor, Dios de Abraham y los Profetas, Dios amor que nos has creado y nos llamas a vivir como hermanos, danos la fuerza para ser cada día artesanos de la paz; danos la capacidad de mirar con benevolencia a todos los hermanos que encontramos en nuestro camino. Haznos disponibles para escuchar el clamor de nuestros ciudadanos que nos piden transformar nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros temores en confianza y nuestras tensiones en perdón. Mantén encendida en nosotros la llama de la esperanza para tomar con paciente perseverancia opciones de diálogo y reconciliación, para que finalmente triunfe la paz. Y que sean desterradas del corazón de todo hombre estas palabras: división, odio, guerra. Señor, desarma la lengua y las manos, renueva los corazones y las mentes, para que la palabra que nos lleva al encuentro sea siempre «hermano», y el estilo de nuestra vida se convierta en shalom, paz, salam. Amén.



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Invocación del don de la paz: gesto profético de Francisco con los presidente de Israel y Palestina esta tarde en el Vaticano



Después del rezo mariano del Regina Coeli, el Papa saludó a todos los romanos y peregrinos, a la familias, a los grupos religiosos, asociaciones y creyentes individuales. El Santo Padre recordó finalmente la cita de esta tarde con los presidentes Simon Peres y Mahmoud Abbas en los jardines vaticanos para rezar, junto al patriarca Bartolomé I, por la paz en Tierra Santa y todo el mundo.

"Como ustedes saben, esta tarde en el Vaticano, los presidentes de Israel y Palestina se unirán a mí y al Patriarca Ecuménico de Constantinopla para invocar a Dios el don de la paz en Tierra Santa, Oriente Medio y en todo el mundo. Deseo dar las gracias a todos aquellos que, personalmente y en comunidad, han rezado y están orando por este encuentro, y se unirán espiritualmente a nuestra súplica. ¡Gracias!

Les deseo a todos un buen domingo. Buen almuerzo y hasta pronto!"

Encuentro de oración por la paz en los jardines vaticanos

(RV).- Tendrá lugar esta tarde en los jardines del Vaticano el encuentro promovido por el Papa Francisco con los presidentes de Israel y Palestina, Simon Peres y Mahmoud Abbas, entendido como una invocación de Oración por la Paz en Tierra Santa. El evento, anunciado por el Papa en Belén hace exactamente dos semanas, se llevará a cabo entre las 19,00 y las 20,00, y en él participará también el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.

Se trata de una iniciativa sin precedentes, que ha sorprendido un poco a todos, pero que tiene un gran significado, porque ni el Papa ni sus invitados entrarán en cuestiones políticas para resolver los problemas de Oriente Medio, ni en la dinámica de las negociaciones entre las partes, ni tampoco habrá ninguna admonición, sino que se rezará por la paz.

Pero el encuentro es importante porque Francisco ha conseguido involucrar a dos protagonistas del conflicto en Oriente Medio Oriente, a dos líderes políticos, para que oren junto a él y el patriarca ortodoxo Bartolomé por la paz. Y a la vez invoquen a Dios que, según la tradición es el mismo Dios: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Para que la paz sea sentida como un don de Dios, una responsabilidad profética con los demás.

Todos, uno después de otro, invocarán la paz a Dios. No habrá ningún tipo de sincretismo porque se rezará en tres momentos. Comenzará la comunidad de la delegación judía, seguirá la católica y terminará la musulmana siguiendo el orden cronológico de las tres religiones.

En cada ocasión, habrá un primer momento de acción de gracias por la Creación; seguirá una oración de perdón; y finalmente una invocación de paz. Tres momentos que serán separados con breves pasajes musicales de la tradición judía, cristiana y musulmana.

Acto seguido, el Papa Francisco pronunciará una alocución, a las que seguirán también las intervenciones de Simon Peres y Mahmoud Abbas. La ceremonia terminará con un gesto de paz y se sellará estrechándose todos ellos las manos. Luego, los tres en un lugar cercano plantarán sendos olivos, símbolo de la paz.

Fuente: Radio Vaticana




5 de junio de 2014

«Compartimos las mismas esperanzas y el mismo compromiso responsable»: Encuentro del Papa Francisco y el Catholicós armenio Aram I

Su Santidad Aram I
El Catholicós (primado) de la Iglesia Armenia Apostólica de Cilicia, Aram I, se encuentra en Roma desde el 3 de junio, y ha tenido hoy un un encuentro y un momento de oración con el Papa Francisco.

Tras un encuentro privado, el Santo Padre y el Patriarca Aram I accedieron a la Sala Clementina donde hubo un intercambio de dones y de discursos. Posteriormente, en la capilla Redemtoris mater rezaron una oración en común.


«Compartimos las mismas esperanzas»

''En este camino hacia la comunión plena compartimos las mismas esperanzas y el mismo compromiso responsable, conscientes de que así caminamos en la voluntad del Señor Jesucristo''. Con estas palabras el Papa Francisco ha saludado esta mañana a Su Santidad Aram I, Católicos de la Iglesia Armenia Apostólica de Cilicia, durante su encuentro en el Vaticano.

Es conocido, como ha observado el Papa, el esfuerzo de Aram I por la causa de la unidad de los creyentes en Cristo. El Catolicos ha desempeñado un papel de primera importancia en el Consejo Ecuménico de las Iglesias y en el Consejo de las Iglesias de Oriente Medio que sostienen a las comunidades cristianas en esa región, sin olvidar su aportación y la del Catolicosado de Cilicia en la Comisión Mixta de diálogo entre la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas Orientales.


«Venerar las heridas de los armenios, como heridas del mismo cuerpo de Cristo»

Francisco ha recordado que Su Santidad Aram I representa ''una parte del mundo cristiano marcada profundamente por una historia de pruebas y de sufrimientos, aceptados valerosamente por amor de Dios. La Iglesia Apostólica Armenia se ha visto obligada a ser un pueblo peregrino, experimentando así, de forma singular, el propio estar en camino hacia el Reino de Dios. La historia de emigración, persecución y martirio de tantos fieles ha dejado heridas profundas en el corazón de todos los armenios. Tenemos que considerarlas y venerarlas como las heridas del mismo cuerpo de Cristo: precisamente por eso son también motivo de esperanza inquebrantable y de confianza en la misericordia que procede del Padre''.

''¡Confianza y esperanza, cuánto las necesitamos! -exclamó el Pontífice- ¡Y cuanto las necesitan los hermanos cristianos de Oriente Medio, en particular los que viven en zonas atormentadas por el conflicto y por la violencia!. ¡Cuánto las necesitamos también nosotros, los cristianos que no tenemos que enfrentarnos a esas dificultades, pero que a menudo corremos el peligro de perdernos en el desierto de la indiferencia y del olvido de Dios, o de vivir en conflicto entre hermanos, o de sucumbir en nuestras batallas interiores contra el pecado!. Como seguidores de Cristo tenemos que aprender a llevar unos el peso de los otros, con humildad, ayudándonos así mutuamente a ser más cristianos, más discípulos de Jesús. Caminemos, pues, juntos en la caridad,como Cristo nos amó y se ofreció por nosotros''.

''En estos días que preceden Pentecostés... invoquemos con fe al Espíritu, señor y dador de vida, para que renueve la faz de la tierra y sea fuerza para restañar las heridas del mundo y reconciliar el corazón de cada ser humano con el Creador. Y que sea él, el Paráclito, el que inspire nuestro camino hacia la unidad, el que nos enseñe como alimentar los lazos de fraternidad que ya nos unen en el único bautismo y en la única fe'', terminó Francisco.

Aram I y la Iglesia Armenia Apostólica

Aram I fue elegido Catholicós de la Gran Iglesia de Cilicia, el 28 de junio de 1995, ha mantenido encuentros con San Juan Pablo II, en 1997, del 23 al 26 de enero, y con Benedicto XVI, en 2008, del 23 al 27 de noviembre. En esos días, el 24, tuvo lugar una oración ecuménica en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico, y el 26 de noviembre, el Patriarca participó en la audiencia general.

La Iglesia Armenia Apostólica cuenta con cerca de 6 millones de fieles, comprende 2 catolicosados - Etchmiadzin y Antelias - en plena comunión, pero independientes desde el punto de vista administrativo, cuyos representantes son miembros de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales - y 2 patriarcados – armenio de Jerusalén y armenio de Constantinopla, que dependen de Etchmiadzin para el ámbito espiritual. Entre la Iglesia católica y la Iglesia Armenia Apostólica se han desarrollado nuevas relaciones desde el Concilio Vaticano II.


Fuentes: Radio Vaticana / Vatican Information Service


2 de junio de 2014

Convocatoria de nuestro Padre Obispo


CARTA DE CONVOCATORIA
DE NUESTRO PADRE OBISPO CARLOS J. TISSERA
PARA LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2014


«Tenemos que recordar siempre
que somos peregrinos, y peregrinamos juntos»
(Papa Francisco)

Hermanos y hermanas:

Mientras nos acercamos a la fiesta de Pentecostés, en la que celebramos la obra del Espíritu que resucitó a Jesucristo e impulsa continuamente a la Iglesia reuniendo su diversidad en la proclamación de una misma fe (Hechos 2, 9-11), les escribo para invitarlos a unirse de corazón y a participar activamente en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

1. Oración por la unidad en nuestra Diócesis

Como cada año, en Argentina celebraremos esta Semana desde el domingo de Pentecostés hasta el domingo de la Santísima Trinidad.

Para animar y facilitar la participación de todas las comunidades en esta Semana de Oración, la Comisión diocesana de ecumenismo ha preparado un subsidio con sugerencias que puedan emplearse cada día, o al menos en alguna ocasión durante esta semana, en el camino habitual de la vida comunitaria. Además de las copias impresas disponibles, podrán encontrarlo también en página de la Comisión en Internet (http://unidadquilmes.blogspot.com.ar/).

Y, sobre todo, espero que podamos encontrarnos en la celebración ecuménica que tendrá lugar el viernes 13 de junio, a las 19 h., en el templo de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (25 de mayo N.º 24, Quilmes). En el mismo sitio de internet, podrán encontrar más información. Ojalá cada comunidad pueda estar presente, aunque sea por medio de algunos de sus miembros.

La oración por la unidad y, más ampliamente, la tarea ecuménica son un signo de la identidad de nuestra Iglesia Diocesana, un don del Espíritu entre nosotros. Los invito, entonces, a participar de corazón en estas iniciativas.

2. Peregrinamos juntos

Nunca estará de más recordar la importancia de esta tarea. La preocupación ecuménica es inseparable de nuestra vocación de bautizadas y bautizados. Unidos ya por un mismo bautismo, ¿podríamos persistir en las divisiones que, a los ojos del mundo, parecerían decir que Cristo está dividido (cf. 1Corintios 1, 13)?

Por eso mismo, se trata de un compromiso irrenunciable para la vida y el ministerio de las iglesias, no una actividad adicional o un agregado circunstancial. Es de este modo que las comunidades cristianas del mundo entero responden, se unen y se dejan incluir en la oración de Jesús en vísperas de su Pascua: «Padre, que todos sean uno para que el mundo crea» (Juan 17, 21).

Por pequeño que pudiera parecer nuestro aporte, podemos tener la certeza de que es valioso y aún imprescindible en este camino: es nuestro consentimiento humilde y confiado a la obra del Espíritu, creador de comunión, y parte de nuestro testimonio y servicio en el mundo para que la Iglesia llegue a ser efectivamente y en plenitud «signo e instrumento de unidad» (cf. Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 1).

Nos lo recordaba el Papa Francisco en su carta sobre la alegría del evangelio:
«La credibilidad del anuncio cristiano sería mucho mayor si los cristianos superaran sus divisiones (...). Tenemos que recordar siempre que somos peregrinos, y peregrinamos juntos. Para eso, hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas, y mirar ante todo lo que buscamos: la paz en el rostro del único Dios. (...) Bajo esta luz, el ecumenismo es un aporte a la unidad de la familia humana» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 244-245).
3. La unidad de la Iglesia para la vida del mundo

Cuando les escribo estas líneas, las imágenes de la reciente peregrinación del Papa Francisco a Tierra Santa recorren el mundo: los encuentros con líderes de distintas religiones, la llamada al diálogo y a la paz, ese abrazo emocionado con dos responsables de la comunidad judía e islámica tras la oración ante el Muro de los Lamentos y, sobre todo, el abrazo fraterno con el Patriarca Bartolomé de Constantinopla, primado de las Iglesias Ortodoxas.

Ambos, el Papa y el Patriarca, el obispo de Roma y el de Constantinopla, emprendieron esta peregrinación para encontrarse en Jerusalén, como hace cincuenta años se encontraron el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras sellando, con el gesto histórico de su abrazo, el compromiso común por la unidad y removiendo la mutua excomunión del año 1054. Ellos mismos reafirmaban con sus palabras el significado de este «peregrinar juntos»:
«Nuestro encuentro fraterno de hoy es un nuevo y necesario paso en el camino hacia aquella unidad a la que sólo el Espíritu Santo puede conducirnos, la de la comunión dentro de la legítima diversidad» (Declaración conjunta del Patriarca Bartolomé y el Papa Francisco, 25 de mayo de 2014, 2).
Y agregaban:
«Mientras nos encontramos aún en camino hacia la plena comunión, tenemos ya el deber de dar testimonio común del amor de Dios a su pueblo colaborando en nuestro servicio a la humanidad (...). Mediante nuestro testimonio común de la Buena Nueva del Evangelio, podemos ayudar a los hombres de nuestro tiempo a redescubrir el camino que lleva a la verdad, a la justicia y a la paz» (íd., 5, 9).
También nosotros redescubramos la alegría y el impulso evangélico de este «ser peregrinos y peregrinar juntos».

Permítanme decirlo con palabras del Papa Francisco durante la celebración ecuménica, junto al Patriarca Bartolomé, en aquella iglesia que es en sí misma todo un testimonio de la fe en la resurrección, la Iglesia del Santo Sepulcro:
«No podemos negar las divisiones que todavía hay entre nosotros, discípulos de Jesús (...). Pero las divergencias no deben intimidarnos ni paralizar nuestro camino. Debemos pensar que, igual que fue movida la piedra del sepulcro, así pueden ser removidos todos los obstáculos que impiden aún la plena comunión entre nosotros. Será una gracia de resurrección, que ya hoy podemos pregustar. Siempre que nos pedimos perdón los unos a los otros por los pecados cometidos en relación con otros cristianos y tenemos el valor de conceder y de recibir este perdón, experimentamos la resurrección. Siempre que, superados los antiguos prejuicios, nos atrevemos a promover nuevas relaciones fraternas, confesamos que Cristo ha resucitado verdaderamente. Siempre que pensamos el futuro de la Iglesia a partir de su vocación a la unidad, brilla la luz de la mañana de Pascua» (Discurso del Santo Padre Francisco, 25 de mayo de 2014).
*   *   *

Hermanas y hermanos:

Con esta convicción honda de la fuerza de la resurrección, la fuerza que el Espíritu imprime a nuestro caminar en la historia, y con la seguridad de que la Virgen María, Madre del Salvador y del Pueblo de Dios, nos acompaña, también nosotros peregrinemos juntos.

Con mi bendición.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes







Oración por la paz


El Papa Francisco invitó a «su casa» a los presidentes del Estado de Israel y del Estado Palestino, con quienes tendrá un encuentro de oración por la paz, el 8 de junio próximo en Roma. Francisco ha pedido a la Iglesia que elevemos oraciones por este encuentro sin precedentes, que ha concitado la atención de la opinión pública mundial.

Sumándose a la iniciativa «un minuto por la paz», nuestra Comisión Diocesana ha preparado esta oración. La imagen que aparece más arriba, con formato de «tarjeta», se puede descargar e imprimir para llevar con vos donde vayas... Más abajo aparece la misma tarjeta, repetida tres veces, en el tamaño A4, para que puedas imprimir y distribuir en tu comunidad. Aquí incluimos el texto de la oración para quienes deseen utilizarlo de otro modo. Si reproducís este texto fuera de las tarjetas que hemos preparado (sitios de internet, publicaciones, etc.), por favor, añadí la nota de derechos:
Comisión Diocesana de Ecumenismo, Relaciones con el Judaísmo, el Islam y las Religiones, Diócesis de Quilmes. Algunos derechos reservados. Este material se encuentra bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.


Oración por la paz

Padre misericordioso,
con sabiduría guías la historia,
con amor cuidas de la humanidad.
Nos has dado a tu Hijo
 para anunciar la buena noticia de la paz
a quienes están cerca y a quienes están lejos.
Has derramado tu Espíritu sobre toda carne,
para reunir en comunión
a hombres y mujeres
de todo pueblo, lengua y nación.

Escucha la súplica de paz
en la voz de tu Iglesia,
en la voz de tu pueblo Israel y  los seguidores del Islam,
en la voz de todos los pueblos de fe.
Mira el anhelo de paz
que mueve a los hombres y mujeres de buena voluntad,
que clama a ti en el dolor de las víctimas,
que despierta el gemido de toda la creación.

Humildemente te pedimos
por todos los pueblos y naciones,
por quienes gobiernan y tienen poder de decisión,
por todo hombre y toda mujer:

Ayúdanos a madurar cada día
en la apertura y el diálogo,
en la comprensión mutua,
en el respeto a la diversidad.

Inspíranos palabras, gestos y acciones
capaces de superar toda forma de violencia,
de erradicar prejuicios e incomprensiones,
de desterrar el odio y el deseo de venganza,
para promover la solidaridad y la justicia,
la libertad y la vida digna,
la fraternidad y la unidad.

Enséñanos a transitar los caminos
que nos conducen a la paz,
don tuyo y tarea nuestra.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


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